La empresa que durante décadas fue considerada uno de los pilares del desarrollo nacional pasó de ser la tercera compañía productora de petróleo más importante del mundo en 2004 a ser la octava en 2015 y de acuerdo con su plan de negocios actualmente sus esperanzas de crecimiento se basan en la asociación con trasnacionales privadas como la británica BP, la angloholandesa Shell y las gigantes estadunidenses Chevron y ExxonMobil que durante décadas fueron propietarias del crudo mexicano hasta el decreto expropiatorio del presidente Lázaro Cárdenas del Río en 1938 y que pudieron regresar al país con la reforma energética de 2013.
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